Que bello follar en el jardín del Edén

Yo no se si fue que ayer, quería yo confraternizar con las mujeres, por aquello de que era el Día de las Féminas o qué, pero lo cierto es que ya de pura madrugada acabé viendo un programa de lo que antaño debió ser CNN+ y que ahora es un canal para ellas llamado Divinity. El programa en cuestión se llama Sexualité (un consultorio-escuela del sexo y derivados) y su mayor logro viene siendo que consigue ese estado de gracia cercano a la lobotomía.

            En este programa todo es calmo (el sexo parece solucionarse hablando o balando) y los presentadores visten con camisas y vestidos bien cerraditos hasta el cuello. El aparato erótico lo llevan un tal Ricardo y Laura. Ricardo, hasta donde me llega mi corta memoria es negro y calvo y musculoso donde los haya. Laura es guapa muy guapa y desea mucho muy mucho que todas las mujeres espectadoras se sientan representadas en ella, así que se deja ver menos que Ricardo y aunque guapa parece agradable, excitante y buena ama de casa. Los dos se dedican a hacer como que follan en una pantalla al fondo, una pantalla enmarcada por cenefas de plantas de todo tipo, mientras en el primer plano, sexólogos de toda índole practican una charla interminable sobre el punto G (un clásico desgastado y nunca mejor dicho) o sobre el terrible trauma que supone que una señora desconozca si acaso chupa bien una polla o la chupa mal. Agonía aparte, una polla siempre se chupa bien (a ver si te enteras, Juliana) que de lo que no tienes ni idea es de cascarla, que el tema  no es una campana.

            Estos dos sujetos dignos de un zoológico que hacen la función erótica en su pantalla (me refiero a Ricardo y Laura) no follan, desde luego, en cualquier escenario (ni de cualquier modo, claro). Follan en lo que parece una tumbona romana en una especie de selva de flores de plástico y papel maché y follan como se folla cuando hay muchas cámaras grabando y en verdad no se está follando, así como a trompicones toreros y diversas sacudidas de cabeza. ¡Que prueba a hacerlo tú en tú casa! La cosa es un poco como la de aquel anuncio de la disfunción eréctil en el que un hombre atractivo bebía vino con su mujer en una casa maravillosa. Esto es, la cosa es sublime si tienes esa casa y esa mujer y eres el hombre atractivo, prácticamente la disfunción eréctil desaparece por sí sola, pero ¡Ay de ti! si resulta que eres tú y tienes tu casa y tu mujer y además el pene flácido como una hoja de lechuga. Pues lo mismo aquí, uno no hace sino preguntarse si resultaría posible follar así (como lo hacen Laura y Rodrigo) en una habitación humilde, con vistas a un patio interior en el que el vecino de turno fríe sanjacobos.

            No hartos con buscar el punto G abstracto de la conversación los presentadores se lanzan a las calles a demostrar la insuficiencia de conocimiento masculina portando esta reproducción que dejo a la derecha y preguntando a los homo sapiens que harían con ella. Claro, todos los hombres confunden recto con vagina. No se trata de un caso aislado y la confusión no es masculina aunque así lo crean las presentadoras que de vez en vez rompen en carcajadas. ¿Quién no ha estado a punto de follar y le han dicho aquello de “perdona, te estás confundiendo”? ¿Quién no ha pensando entonces, al rectificar de agujero, aquello de “No. Que va. Te estás confundiendo tú”? Y es que, como en casi todo, el punto exacto nunca está donde debiera, ni donde está el centro que dista y separa a dos personas sino más bien dónde le conviene a cada cual.

            La algarabía general continua con una entrevista a esta mujer, que escribió la Dieta del Orgasmo y que tiene, ¡Oh cielo santo! orgasmos cada diez segundos. La mujer hace gala de los milagros de su libro deleitándonos durante la entrevista con un buen surtido de ellos, seis o siete, lo que, a todas luces, ralla y penetra en el absoluto mal gusto. Los presentadores sonríen ante su tenue y como muy inglés frenesí cada vez que ella lanza una voluta de alarido. Después habla de los litros de aceite de pescado que bebe y que propone beber para tener un sano orgasmo cada vez que se pestañea y uno consigue comprenderlo casi todo.

            Para los cierres de programa son buenas algunas recomendaciones respecto al olor y sabor de la extensión de tu pareja. Para ello, nos dicen, resulta conveniente no ingerir alcohol, ni carne, ni espárragos, ni comida basura, ni drogas. Muy conveniente, por el contrario, las fresas y la piña. ¡Válgame Dios!: y follar en el jardín del vergel del Edén en el que follan (o dan sacudidas) Ricardo y Laura, ¡Cómo no!! Vivir en el País de la fantasía en que todo está construido a base de piruletas; trabajar uno de cada seis días, tener la casa del tío del anuncio de la disfunción eréctil y, si se confunde recto con vagina, hablar de ello en una larga y apasionada conversación. A la luz de las velas o de la luna, a poder ser.

            Uno, ante tanta y tamaña ferocidad, no puede dejar de preguntarse cómo sería un programa como este dirigido a los hombres, por ejemplo, en un canal de deportes al uso, con llantas y sexo de cuarto de baño y toda clase de modos de dormir después y antes del coito en su formato sprint. Y es que mientras nos empeñemos en crear mundos oníricos y fantasiosos con una gran parafernalia de por medio para que los espectadores crean que su vida puede ser así y no como realmente es, no nos daremos cuenta (como decía Slavoj Žižek respecto a Expediente X) de que “la verdad no está ahí fuera”, sino habitualmente “ahí dentro”. Y seguiremos follando mal y además, viendo nefastos programas de televisión. El Día de la Mujer y el Día del Hombre continuarán distando 8 meses entre sí y confundiremos recto con vagina, pero será tan sólo porque en verdad no estamos en el jardín del Edén y aquí se fríen sanjacabos. Y es que sí que somos diferentes pero es que además, parecemos idiotas.

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